Estaba anocheciendo y no podía parar de buscar el oso de peluche que me regaló mi abuela el día de mi octavo cumpleaños.
Los recuerdos que me traían
aquel muñeco eran grandiosos ya que me recordaba a mi infancia, a los buenos
momentos que pasaba jugando con él al calor de la hoguera durante aquellas
tardes invernales.
Dejé la búsqueda para dirigirme al laberinto de los sueños. Mis ojos se debieron de cerrar ya que mi mundo cambió radicalmente para adentrarme de lleno en aquella mágica excursión que viví con Carlos, Luis y Celia cuando sólo teníamos 8 años, los mismos que cuando me regalaron aquel maravilloso osito.
Estábamos en el bosque y
estaba atardeciendo después de un largo día de excursión. Tomamos un atajo para llegar
al pueblo lo antes posible para que nuestros padres no se preocuparan.
Estábamos en el bosque y
estaba atardeciendo después de un largo día de excursión. Tomamos un atajo para llegar
al pueblo lo antes posible para que nuestros padres no se preocuparan.